sábado, 22 de agosto de 2015

La necesidad de la tristeza

  "La tristeza que provoca una pérdida irreparable, por ejemplo, suele ir acompañada de ciertas consecuencias: disminuye el interés por los placeres y diversiones, fija la atención en aquello que se ha perdido e impone una pausa momentánea que renueva nuestra energía para permitirnos acometer nuevas empresas. La tristeza, en suma, proporciona una especie de refugio reflexivo frente a los afanes y ocupaciones de la vida cotidiana, que nos sume en un período de retiro y de duelo necesario para asimilar nuestra pérdida, un período en el que podemos ponderar su significado, llevar a cabo los ajustes psicológicos pertinentes y, por último, establecer nuevos planes que permitan que nuestra vida siga adelante"
                              Daniel Goleman, La Inteligencia Emocional

  Creo que Goleman es brillante. Con esa luz que desprende la gente que te explica algo complicadísimo de forma que cuando lo lees dices: "Es puro sentido común", y tienes la impresión de haberlo sabido desde siempre, sólo que no te dabas cuenta. Concretamente su forma de abordar la tristeza me parece increíble.
  Actualmente hay estados, como la tristeza o el aburrimiento, a los que les tenemos verdadero pánico. Cuando alguien, y sobre todo nuestros hijos, están tristes o aburridos, sentimos la necesidad de atajar esos sentimientos a cualquier precio, y eso no siempre es bueno. Desde niños tenemos que aprender a lidiar con sentimientos negativos, como la tristeza o la frustración, para llegar a ser adultos felices. Los problemas a los que nos enfrentamos de niños, normalmente no son comparables a los que aquejan a una persona adulta, y son un entrenamiento perfecto para la realidad que nos espera. Cada vez conozco a más gente, sobre todo rondando la treintena, deprimidos porque no saben como enfrentarse a los retos de la vida diaria. Normalmente han sido niños sobreprotegidos, a los que sus padres trataban de solucionar hasta el más mínimo contratiempo. Los problemas de niños tiene que ser resueltos por niños. Por supuesto que podemos, y debemos, aconsejarles y guiarles para que aprendan a enfrentarse a ellos de la forma adecuada, pero eso no significa actuar en su lugar.
  Hay que aprender a estar tristes, buscar nuestra forma personal de asimilar el dolor, para poder superarlo y seguir adelante sin secuelas. Y la mejor forma de aprenderlo es en la infancia, con las penas adaptadas a cada edad. Y sé que hay niños que tienen que tratar con algunas mucho mayores de lo que deberían, y que eso no es justo. Y deben tener acceso a la mejor ayuda que se les pueda proporcionar en estos casos. Pero creo que lo que no debemos hacer de ninguna manera, es evitarles cualquier tipo de dolor, porque posiblemente estemos creando un problema mayor más adelante.

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